sábado, 15 de junio de 2013

REINO DE ASTURIAS: Una vieja situación ya conocida

A la muerte de su esposo, Adosinda apoya a su sobrino Alfonso, el hijo de Fruela I y nacido en Oveto, pero una facción de la nobleza, la de mayor peso específico, se inclina por el hijo bastardo que Alfonso I había engendrado con Siselda, Mauregato. El hijo de Fruela I, Alfonso, se ve abocado a refugiarse en Álava bajo la protección de sus parientes [recordemos que su madre, Munia, era alavesa] ante el temor de un atentado contra su vida. Su tía Adosinda, en cambio, permanece en la corte praviana con el propósito de insistir en favor del sobrino huido. Parece ser que Mauregato se cansó de las peticiones de su hermanastra y acabó obligándola a tomar los hábitos en el convento de San Juan de Flavionavia en 785.

Mauregato
                Lo más destacable del reinado de Mauregato tal vez sea la encarnecida discusión religiosa entre Toledo y Asturias. Cuando años atrás Félix de Urgel escribió “Confesión de Fe”, promulgando el adopcionismo de Jesús y, por consiguiente, desacreditando la validez de la Trinidad [Padre, Hijo y Espíritu Santo como un solo ente], Beato de Liébana le respondió con sus “Comentarios al Apocalipsis” (776), en donde defendía precisamente el punto de vista opuesto. Coincidiendo con el encierro de Adosinda, llegar al reino astur el abad Fidel para reunirse con Beato y poner punto final a la discusión; pero el efecto resultó ser el contrario, incluso desde la sede toledana Elipando arremete contra Beato y sus partidarios, entre los que se cuenta, según ya se ha dicho, Carlomagno. Sin hallar una solución que satisficiera a ambos bandos, las iglesias toledana y asturiana se separan de forma definitiva. Además de dejar para la posteridad una reliquia como libro, además de plasmar en él las ideas que, a la postre, se impondrían en toda la península, Beato sentó también las bases para un futuro foco de encuentro no sólo europeo, sino también mundial: en su opinión la primera evangelización del territorio peninsular había sido llevada a cabo por el apóstol Santiago el Mayor, cuyo sepulcro debería de hallarse en algún punto del occidente norteño.
Portada de "Los Comentarios al Apocalipsis"

                En fin, en 788 coincide el óbito de dos reyes: de un lado Abd al-Rahman I, cuya sucesión, como ya se ha mencionado anteriormente, recayó en su hijo Hixem I, y de otro lado Mauregato. Como ya nos tiene acostumbrados, la nobleza insiste en sus disensiones, sus maquinaciones y su peculiar forma de entender la línea sucesoria al trono. Adosinda, ayudada esta vez por el noble Teudano o simplemente Teuda, aboga en favor de su sobrino Alfonso, el hijo de Fruela I, que permanece a salvo en Álava. Es muy posible que la ausencia de este Alfonso provocase otra derrota, pues sus detractores consiguen que sea nombrado rey a un tal Vermudo o Bermudo, hermano de Aurelio e hijo, por consiguiente, del hermano de Alfonso I, Fruela [no debemos confundir a los dos Fruela ampliamente citados: éste último mencionado era hermano de Alfonso I, mientras que el otro Fruela era hijo del mismo Alfonso I y cuarto rey de la Monarquía Asturiana]. Vermudo profesaba una diaconía en un monasterio cuando se le llamó a ocupar el solio praviano; no obstante, desde el primer momento el nuevo rey considera con cierto tino que, para calmar los ánimos de unos y atemperar los de otros, es necesario llamar a su lado al otro pretendiente a la corona, el joven Alfonso, evitando, de este modo, las rencillas de su prima Adosinda y de Teudano.
Vermudo o Bermudo


                En su breve reinado, apenas tres años, fue obligado a tomar por esposa a Numilia para dar un vástago a la sucesión, según correspondía a un monarca. A pesar de tan buen comienzo, la verdad es que el pobre Vermudo no fue más que una marioneta en manos de la nobleza, de ahí el desastroso y polémico gobierno que acabará con las ambiciones palaciegas de quienes lo elevaron a la categoría de soberano. La gota que colmó el vaso fue la doble expedición que el emir Hixem I envió contra los territorios asturianos: una hacia Álava y la naciente Gallaecia (Galicia), y otra hacia las costas galaicas. El ejército de Vermudo salió al encuentro de las tropas musulmanas y el enfrentamiento tuvo lugar en el Bierzo leonés en 791. Las huestes cristianas hubieron de padecer una derrota completa, que puso en peligro la estabilización del reino. La reacción de la aristocracia fue fulminante: el cese inmediato del rey. Éste, para evitar nuevas luchas internas, inclusive laguna conjura que acabara con su vida, determina abdicar en Alfonso, se separa de su esposa Numilia [que habrá de criar sola a sus hijos Ramiro y Ordoño] y vuelve como diácono al monasterio de donde lo habían arrancado. Comienza, así, el reinado más fructífero para el reino astur, sólo superado por las campañas bélicas llevadas a cabo por un nieto de Vermudo el Diácono.
recreación de la reina Adosinda

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