sábado, 8 de junio de 2013

REINO DE ASTURIAS: Un período de descanso

Alfonso I el Católico dejaba a su hijo Fruela una difícil situación política. Además de la oposición que ya existía en años anteriores, surge ahora una disputa por hacerse con los derechos sucesorios, en relación directa con los dos linajes: el de Pelayo, de tipo matrilíneo, y el del duque de Cantabria, de tipo patrilíneo. A esto se suman los gallegos y vascones, que ya desde un primer momento no ven con buenos ojos una dependencia de la corte asturiana, así que se hallan soliviantados contra el nuevo rey. Para solucionar el problema, Fruela I ratifica con Abd al-Raham I el pacto firmado por su padre y se vuelca en sofocar los dos puntos de rebelión. En Pontuvio, pues, se enfrentan las huestes de Fruela y un ejército formado por gallegos y musulmanes; el rey astur se hace con el triunfo y sin más demora se dirigie hacia el extremo oriental para enfrentarse a los vascones. Sin embargo, éstos, viendo el resultado de Pontuvio, se inclinan por unas negociaciones que puedan salirles más ventajosas. Fruela, que estaba ansioso por gobernar un reino en paz, decide casarse con la noble alavesa Munia, despachando con un solo gesto la unión con los vascones.
Fruela I

                Durante los once años en que estuvo al frente de la corona, salvo estos comienzos y alguna escaramuza más, la paz le permitió dedicarse a tareas “intramuros”. De nuevo fueron los asuntos religiosos en los que se vio más inmiscuido. Aparte de favorecer con donaciones o exenciones al clero, que continuaba su tarea de amasar tierras y riquezas, erige un templo en Oveto u Ovectao (Oviedo) y allí mismo funda en 761 un monasterio dedicado a San Vicente, al parecer sobre un antiguo asentamiento de época romana. Puso al frente del edificio a Máximo y a Fromestano, a quienes siguieron sus propios siervos. El poder del rey sobre asuntos cristianos llega al punto de prohibir a los sacerdotes unirse en matrimonio con mujer alguna, algo que hasta entonces sí estaba permitido.
El rey Fruela I

                Con un decenio sin acciones bélicas de importancia y con una economía en alza, no paran de llegar emigrantes, y no sólo mozárabes, sino también musulmanes y muladíes [antiguos cristianos convertidos al islamismo]. Asturias se convierte entonces en un lugar heterogéneo, de mezcolanza indígena con tradición visigoda y forasteros con cultura musulmana. Por todo ello aparece una ligera tensión social dentro del campesinado y de la nobleza misma, una parte recelosa de sus privilegios y bienes ganados en años de lucha e intrigas, ansiosa la otra por integrarse en la nueva sociedad y hacerse un hueco en la corriente política y económica. Pero la tranquilidad se vio alterada por una aceifa por parte del emirato. En 766 ó 767 una expedición bajo las órdenes del general Abd al-Rahman, homónimo del emir, se dirige hacia Álava. Fruela sale a su encuentro y lo derrota. A pesar de la victoria, una facción se le opone, probablemente instigada desde Galicia y Vasconia. Cabe la posibilidad de que esta facción apoyase a un tal Vimara, según algunos hermano del rey, que pretendía hacerse con el trono por el medio expedito del homicidio; pero Fruela se adelanta a tales intenciones y ordena su ajusticiamiento, incluso hay quien opina que fue el propio Fruela quien ejecutó la sentencia. No parecía que el partido que se oponía al rey se hubiera calmado con la muerte de Vimara, pues Fruela es asesinado en la capital del reino, Cangas de Onís, en 768, curiosamente el mismo año en que nacía en Oveto su hijo Alfonso, dejando viuda a Munia y huérfanos a sus hijos, pues además de Alfonso dice la tradición que Fruela había tenido una hija de nombre Jimena. Hay autores que también mencionan a otro hermano de Fruela, además de Vimara, y que llevaría por nombre Aurelio y que era apodado “el fratricida”, alias debido a que se le consideraría el instigador de la muerte del rey; la mayoría de autores, empero, mencionan a Aurelio como primo y no como hermano, siendo, en este caso, hijo de otro Fruela, el hermano de Alfonso I. Sea como fuere, el caso es que a la muerte del monarca y ante la evidente minoría de edad de su hijo Alfonso, este Aurelio es proclamado rey de Asturias.
El rey Aurelio

                Así pues, tenemos a Aurelio sentado en el solio de Cangas de Onís. Pocos acontecimientos acaecieron durante ese tiempo, si acaso la boda de Adosinda, hija de Alfonso I y prima de Aurelio, con Silo, un noble de linaje asturiano. Al igual que su predecesor en el trono, Aurelio gozó de paz con los musulmanes, pues éstos estaban ocupados en sofocar un nuevo levantamiento en la zona levantina. El hecho más destacado durante los seis años en que Aurelio estuvo en el poder fue otro levantamiento, esta vez en el mismo territorio asturiano. Se trata más de disturbios sociales que de una rebelión propiamente dicha, aunque las proporciones puedan llevar a pensar en una verdadera insurrección armada. Existen varias hipótesis sobre este asunto: para Sánchez Albornoz estaríamos ante una sedición de esclavos, para Mínguez serían libertos, y para Barbero y Vigil campesinos. Incluso hay quien opina que estuvo implicada la sociedad en general, pues se consideraría a Aurelio no sólo implicado en la muerte de su antecesor, sino  como el primer rey no asturiano, en cuyo caso no estaríamos hablando de lazos de consanguineidad: no sería ni hermano ni primo de Fruela.

                En fin, si toda la Monarquía Asturriana se halla envuelta en una espesa niebla, la figura de este rey apenas si se vislumbra en lontananza; y aun más si tenemos en cuenta que de él parte una de las leyendas más controvertidas, pues incluso hay quien la tomó en serio y al pie de la letra: la leyenda de las cien doncellas. Según esto, Aurelio tendría un pacto con el emirato cordobés, según el cual estaba obligado a enviar cien mujeres al ejército musulmán. Algo de cierto habría en ello, pues las continuas guerras mantenían a los soldados lejos de sus familias y es de suponer que el contacto con mujeres, principalmente hetairas, mantendría sus espíritus animosos. De todas formas, tal vez se trate de nuevos tributos que pagar el emir, sin más.

El noble Silo convertido en rey de Asturias
                En 774 el alma de Aurelio abandona este mundo y le sucede aquel aristócrata asturiano, Silo, casado con una descendiente de Pelayo: Tras el final de Aurelio le sucedió Silo en el reino, por la razón de que había obtenido en matrimonio a Adosinda, hija del príncipe Alfonso (A Sebastíán, 18). Lo mismo que sucediera con Fruela I, Silo tuvo que enfrentarse a una rebelión gallega nada más ser nombrado nuevo monarca. Y lo mismo que Fruela I, también Silo venció al ejército gallego, esta vez en la batalla de Monte Cupeiro, en la comarca de Castroverde, Lugo. Una vez afianzado su poder y convencido de que el reino astur estaba más o menos seguro ante las posibles incursiones musulmanas, empezó por trasladar la capital del reino al valle de Santianes en Flavionavia (Pravia), a donde incluso acudió Beato desde su Liébana; claro que Beato aún no había entrado en la controversia que se suscitaría años después. De momento, comenzaba a entreverse un serio problema eclesiástico: según la tradición visigoda de Toledo, Jesús de Nazaret era hijo adoptado de Dios, pues Dios no pudo haber dejado encinta a María, siquiera a través del Espíritu Santo; la iglesia asturiana, por el contrario, opinaba que Jesús era hijo legítimo y no adoptado, sentido éste en el que opinaba otra iglesia, la carolingia, cuya opinión iba imponiéndose en toda Europa gracias al expansionismo territorial [Carlomagno estaba fraguando su imperio, incluso traspasaba los Pirineos y en 778 ya se encuentra a las puertas de Caesaraugusta (Zaragoza)]. Aparte de esta controversia religiosa, de Silo nos ha llegado el documento más antiguo de la Monarquía Asturiana, en donde se alude al pacto monástico de San Vicente en 781. Ese mismo año Abd al-Rahman I vence al emir Yusuf al-Fihri y termina con las disidencias internas de su reino, lo que le da la oportunidad de enviar una expedición contra los cristianos de Pompaelo (Pamplona). Silo sale a su encuentro y los obliga a retroceder.

Desembarazado de sus enemigos, Abd al-Rahman, a quien llaman el Justo, decide elevar la capital hispana a la categoría de la oriental Bagdad, que había sustituido como Corte a la vieja Damasco. Con tal fin da las órdenes pertinentes para que den comienzo las obras de una gran mezquita. El emir, sin embargo, morirá sin verla terminada, lo cual hará su hijo y sucesor Hixem I, y más tarde será ampliada por Adb al-Rahman II, y luego por al-Hakam II y en última instancia por Almanzor.
La tumba donde se supone reposan los restos de Silo y su esposa Adosinda 


Volviendo atrás, precisamente al año 783, asistimos a la muerte de Silo, dejando tras de sí otra lucha por el poder, ya que abandonaba este mundo sin haberle dado algún hijo legítimo.

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