Alfonso I el Católico dejaba a su
hijo Fruela una difícil situación política. Además de la oposición que ya
existía en años anteriores, surge ahora una disputa por hacerse con los
derechos sucesorios, en relación directa con los dos linajes: el de Pelayo, de
tipo matrilíneo, y el del duque de Cantabria, de tipo patrilíneo. A esto se suman
los gallegos y vascones, que ya desde un primer momento no ven con buenos ojos
una dependencia de la corte asturiana, así que se hallan soliviantados contra el
nuevo rey. Para solucionar el problema, Fruela I ratifica con Abd al-Raham I el
pacto firmado por su padre y se vuelca en sofocar los dos puntos de rebelión.
En Pontuvio, pues, se enfrentan las huestes de Fruela y un ejército formado por
gallegos y musulmanes; el rey astur se hace con el triunfo y sin más demora se
dirigie hacia el extremo oriental para enfrentarse a los vascones. Sin embargo,
éstos, viendo el resultado de Pontuvio, se inclinan por unas negociaciones que
puedan salirles más ventajosas. Fruela, que estaba ansioso por gobernar un
reino en paz, decide casarse con la noble alavesa Munia, despachando con un
solo gesto la unión con los vascones.
Fruela I |
Durante
los once años en que estuvo al frente de la corona, salvo estos comienzos y
alguna escaramuza más, la paz le permitió dedicarse a tareas “intramuros”. De
nuevo fueron los asuntos religiosos en los que se vio más inmiscuido. Aparte de
favorecer con donaciones o exenciones al clero, que continuaba su tarea de
amasar tierras y riquezas, erige un templo en Oveto u Ovectao (Oviedo) y allí
mismo funda en 761 un monasterio dedicado a San Vicente, al parecer sobre un
antiguo asentamiento de época romana. Puso al frente del edificio a Máximo y a
Fromestano, a quienes siguieron sus propios siervos. El poder del rey sobre
asuntos cristianos llega al punto de prohibir a los sacerdotes unirse en matrimonio
con mujer alguna, algo que hasta entonces sí estaba permitido.
El rey Fruela I |
Con
un decenio sin acciones bélicas de importancia y con una economía en alza, no
paran de llegar emigrantes, y no sólo mozárabes, sino también musulmanes y
muladíes [antiguos cristianos convertidos al islamismo]. Asturias se convierte
entonces en un lugar heterogéneo, de mezcolanza indígena con tradición visigoda
y forasteros con cultura musulmana. Por todo ello aparece una ligera tensión
social dentro del campesinado y de la nobleza misma, una parte recelosa de sus
privilegios y bienes ganados en años de lucha e intrigas, ansiosa la otra por
integrarse en la nueva sociedad y hacerse un hueco en la corriente política y
económica. Pero la tranquilidad se vio alterada por una aceifa por parte del
emirato. En 766 ó 767 una expedición bajo las órdenes del general Abd
al-Rahman, homónimo del emir, se dirige hacia Álava. Fruela sale a su encuentro
y lo derrota. A pesar de la victoria, una facción se le opone, probablemente
instigada desde Galicia y Vasconia. Cabe la posibilidad de que esta facción
apoyase a un tal Vimara, según algunos hermano del rey, que pretendía hacerse
con el trono por el medio expedito del homicidio; pero Fruela se adelanta a
tales intenciones y ordena su ajusticiamiento, incluso hay quien opina que fue
el propio Fruela quien ejecutó la sentencia. No parecía que el partido que se
oponía al rey se hubiera calmado con la muerte de Vimara, pues Fruela es
asesinado en la capital del reino, Cangas de Onís, en 768, curiosamente el
mismo año en que nacía en Oveto su hijo Alfonso, dejando viuda a Munia y
huérfanos a sus hijos, pues además de Alfonso dice la tradición que Fruela
había tenido una hija de nombre Jimena. Hay autores que también mencionan a
otro hermano de Fruela, además de Vimara, y que llevaría por nombre Aurelio y
que era apodado “el fratricida”, alias debido a que se le consideraría el
instigador de la muerte del rey; la mayoría de autores, empero, mencionan a
Aurelio como primo y no como hermano, siendo, en este caso, hijo de otro
Fruela, el hermano de Alfonso I. Sea como fuere, el caso es que a la muerte del
monarca y ante la evidente minoría de edad de su hijo Alfonso, este Aurelio es
proclamado rey de Asturias.
El rey Aurelio |
Así
pues, tenemos a Aurelio sentado en el solio de Cangas de Onís. Pocos
acontecimientos acaecieron durante ese tiempo, si acaso la boda de Adosinda,
hija de Alfonso I y prima de Aurelio, con Silo, un noble de linaje asturiano.
Al igual que su predecesor en el trono, Aurelio gozó de paz con los musulmanes,
pues éstos estaban ocupados en sofocar un nuevo levantamiento en la zona
levantina. El hecho más destacado durante los seis años en que Aurelio estuvo
en el poder fue otro levantamiento, esta vez en el mismo territorio asturiano.
Se trata más de disturbios sociales que de una rebelión propiamente dicha,
aunque las proporciones puedan llevar a pensar en una verdadera insurrección
armada. Existen varias hipótesis sobre este asunto: para Sánchez Albornoz
estaríamos ante una sedición de esclavos, para Mínguez serían libertos, y para
Barbero y Vigil campesinos. Incluso hay quien opina que estuvo implicada la
sociedad en general, pues se consideraría a Aurelio no sólo implicado en la
muerte de su antecesor, sino como el
primer rey no asturiano, en cuyo caso no estaríamos hablando de lazos de
consanguineidad: no sería ni hermano ni primo de Fruela.
En
fin, si toda la Monarquía Asturriana se halla envuelta en una espesa niebla, la
figura de este rey apenas si se vislumbra en lontananza; y aun más si tenemos
en cuenta que de él parte una de las leyendas más controvertidas, pues incluso
hay quien la tomó en serio y al pie de la letra: la leyenda de las cien
doncellas. Según esto, Aurelio tendría un pacto con el emirato cordobés, según
el cual estaba obligado a enviar cien mujeres al ejército musulmán. Algo de
cierto habría en ello, pues las continuas guerras mantenían a los soldados
lejos de sus familias y es de suponer que el contacto con mujeres,
principalmente hetairas, mantendría sus espíritus animosos. De todas formas,
tal vez se trate de nuevos tributos que pagar el emir, sin más.
El noble Silo convertido en rey de Asturias |
En
774 el alma de Aurelio abandona este mundo y le sucede aquel aristócrata
asturiano, Silo, casado con una descendiente de Pelayo: Tras el final de Aurelio le sucedió Silo en el reino, por la razón de
que había obtenido en matrimonio a Adosinda, hija del príncipe Alfonso (A
Sebastíán, 18). Lo mismo que sucediera con Fruela I, Silo tuvo que enfrentarse
a una rebelión gallega nada más ser nombrado nuevo monarca. Y lo mismo que
Fruela I, también Silo venció al ejército gallego, esta vez en la batalla de
Monte Cupeiro, en la comarca de Castroverde, Lugo. Una vez afianzado su poder y
convencido de que el reino astur estaba más o menos seguro ante las posibles
incursiones musulmanas, empezó por trasladar la capital del reino al valle de
Santianes en Flavionavia (Pravia), a donde incluso acudió Beato desde su
Liébana; claro que Beato aún no había entrado en la controversia que se
suscitaría años después. De momento, comenzaba a entreverse un serio problema
eclesiástico: según la tradición visigoda de Toledo, Jesús de Nazaret era hijo
adoptado de Dios, pues Dios no pudo haber dejado encinta a María, siquiera a
través del Espíritu Santo; la iglesia asturiana, por el contrario, opinaba que
Jesús era hijo legítimo y no adoptado, sentido éste en el que opinaba otra
iglesia, la carolingia, cuya opinión iba imponiéndose en toda Europa gracias al
expansionismo territorial [Carlomagno estaba fraguando su imperio, incluso
traspasaba los Pirineos y en 778 ya se encuentra a las puertas de Caesaraugusta
(Zaragoza)]. Aparte de esta controversia religiosa, de Silo nos ha llegado el
documento más antiguo de la Monarquía Asturiana, en donde se alude al pacto
monástico de San Vicente en 781. Ese mismo año Abd al-Rahman I vence al emir
Yusuf al-Fihri y termina con las disidencias internas de su reino, lo que le da
la oportunidad de enviar una expedición contra los cristianos de Pompaelo
(Pamplona). Silo sale a su encuentro y los obliga a retroceder.
Desembarazado
de sus enemigos, Abd al-Rahman, a quien llaman el Justo, decide elevar la
capital hispana a la categoría de la oriental Bagdad, que había sustituido como
Corte a la vieja Damasco. Con tal fin da las órdenes pertinentes para que den
comienzo las obras de una gran mezquita. El emir, sin embargo, morirá sin verla
terminada, lo cual hará su hijo y sucesor Hixem I, y más tarde será ampliada
por Adb al-Rahman II, y luego por al-Hakam II y en última instancia por
Almanzor.
La tumba donde se supone reposan los restos de Silo y su esposa Adosinda |
Volviendo
atrás, precisamente al año 783, asistimos a la muerte de Silo, dejando tras de
sí otra lucha por el poder, ya que abandonaba este mundo sin haberle dado algún
hijo legítimo.
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