sábado, 29 de junio de 2013

REINO DE ASTURIAS: Un sueño hecho realidad (II)

La situación cautiva del rey Alfonso II, forzado a permanecer en el monasterio de Ablaña a causa de la conjura de la nobleza, crea ciertos problemas en la corte, lo cual, unido a la presión de Teuda y Adosinda para recuperar el trono, aboca todo a un triunfo sobre la facción opositora. Alfonso regresa del cautiverio y no hace más que retomar la posesión como jefe supremo, cuando ya tiene que repeler una nueva ofensiva musulmana en 805 y, casi sin respiro, una segunda al año siguiente. Entre medias se vuelca en asegurarse el trono. Una de las medidas más importantes es la de tomar al hijo mayor de Vermudo I, Ramiro, bajo su tutela con vistas a la futura sucesión; lo cual fue visto como un acto prepotente por sus detractores, encabezados por el noble Nepociano. A continuación, Alfonso busca un pretexto para realzar la figura real frente a la aristocracia, encontrándolo en la tradición visigoda, pues deja entrever que su linaje está entroncado con los reyes toledanos, lo que supondría una continuación de la monarquía visigoda a la que pocos osarían oponerse. Como una especie de confirmación, Alfonso se enfrasca en reconstruir la capital, Oveto, y convertirla en una especie de villa áulica, que suponga un reflejo de la Corte de Toledo.
Restos de la muralla construida por Alfonso II en Oviedo
                De este modo, el año 808 supone el de la consagración definitiva como rey absoluto. Reafirma la monarquía frente a la nobleza, cada vez más poderosa, apoyándose en el estamento clerical. Para sellar este pacto y ganar los favores monacales dona a la basílica de San Salvador la Cruz de los Ángeles, arquetipo de signo gamado, que evoca la Ciudad del Trono. Poco a poco lleva a cabo el proyecto de la nueva ciudad: manda levantar en el extrarradio la iglesia de San Julián de los Prados y un área residencial alternativa al palacio-sede oficial. Algo más lejos de Oveto encuentra un medio rústico entre desiertos de bosques apropiado para elegir una basílica dedicada a Santa María (Bendones) y, todavía más lejos, otra a San Pedro en Nora (Las Regueras). Aparte de esto, crea una sede episcopal en Oveto, traslada la sede bracarense a Lucus Augusti, restaura la sede de Iria Flavia e instaura el obispado de Valpuesta para la naciente Castilla. Por supuesto, todas estas reformas, incluida la de la propia Oveto, no las llevó a cabo en un año, sino a lo largo de treinta. De cuando en cuando tuvo que afrontar las insistentes aceifas que venían del sur, como la de 809, cuya respuesta fue la de lanzar una expedición ese mismo año contra las tierras sometidas al gobierno cordobés. Un año después al-Hakam persiste con otra aceifa con idéntico resultado a las anteriores: esfuerzo baldío el del emir.
La Cruz de los Ángeles

                Por entonces Alfonso necesitaba un “milagro”, pues entre tanto guerrear y tanto gasto como requerían sus empresas, la economía se resintió enormemente y el malestar social comenzaba a aflorar de un modo más pertinaz. La chispa que encendió la alarma fue la sustitución de la moneda de oro visigoda por la de plata carolingia para provocar una devaluación, la cual paliara un tanto el estado caótico de las arcas; pero el efecto conseguido fue el opuesto y la subida de los precios se dispara. El “milagro” que pedía llegó por donde menos pensaba, aunque al menos consiguió con ello desviar las miradas críticas. La leyenda lo cuenta aproximadamente de la siguiente forma: en 811 unos fieles de la congregación de la iglesia de San Félix de Lobio observan unas extrañas luces sobre el campo; era una revelación que les indicaba que por allí se encontraba el sepulcro del apóstol Santiago, aguardando a ser descubierto, tal como había preconizado años atrás Beato de Liébana. Durante tres días el obispo de Iria Flavia, Teodomiro, indagó el lugar exacto de dicho sepulcro, al cabo del cual tiempo lo halló. Desde entonces el Campus Stelae (Compostela) fue consagrado al apóstol. Existe, empero, otra versión de los hechos, que cuenta Fernando García Cortázar y que dice así: En plena euforia de oposición al Islam, un acontecimiento singular da nuevos bríos y razones a la política del monarca. El 25 de julio del año 813 –así lo relata la tradición- un ermitaño asentado en los últimos confines del reino, aunque cercano a la recién restaurada sede gallega de Iria Flavia, comunica a su obispo Teodomiro la aparición de una estrella milagrosa en un bosque. Tras despejar el lugar quedó al descubierto un sepulcro, que los fieles atribuyen al apóstol Santiago y sus discípulos”.
Diversas rutas para realizar el Camino de Santiago

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