El
año 842 verá la última lucha por el trono asturiano entre las dos facciones
surgidas en tiempos de Alfonso I: por un lado, la rama descendiente de Pelayo y
representada por Nepociano; por otro lado, la rama cántabra descendiente del
duque Pedro y representada por Ramiro. Quien de los dos gane la contienda
sentará las bases de la futura monarquía, ya sea la matrilínea para la asturiana o
ya sea la patrilínea para la cántabra. Los dos bandos, a su vez, poseen su propio
territorio favorable: los asturianos apoyan a Nepociano, mientras que los
gallegos y vascones se inclinan por Ramiro. Así pues, éste, Ramiro, se dirige
hacia Lucus Augusti (Lugo) y desde allí alista un ejército con el que
enfrentarse a Nepociano. Tal acontecimiento tuvo lugar en el puente del río
Narcea. Nepociano sufre un descalabro y huye hacia el interior con algunos de
sus partidarios, entre ellos el conde Aldroito, su más fiel aliado. En
Primorias, sin embargo, son atrapados por los condes Escipión y Sonna, quienes los entregan a
Ramiro; el castigo fue ejemplar y sin conmiseración, pues que los dos fueron
cegados y encadenados de por vida. No obstante, aún quedaba otro grupo, el
encabezado por el conde Piniolo, al frente de un grupo de vascones contrarios a
Ramiro. No duraron mucho, sin embargo, y fueron derrotados de forma rápida y
contundente. Ramiro, que no quería más levantamientos en el reino, ordena que
Piniolo y sus siete hijos sean ajusticiados, como así se hizo.
Ramiro I de Asturias |
Sin más pérdida de tiempo el
nuevo rey se empeña en apaciguar Asturias desde los cimientos. Durante los años
en que fueron llegando emigrantes mozárabes y muladíes, la población se vio
forzada a amoldarse al sistema visigodo de explotación, de ahí que proliferen
los latifundios en manos de la nobleza y el clero. Los campesinos se vieron obligados a arrendar las tierras y a pasar de un estado libre a otro servil,
arruinándose muchos de ellos y encontrándose sin trabajo algunos más. La única
solución que encuentran es el bandolerismo, favorecido por la orografía
peculiar de la región. Por otra parte, la religión cristiana no acaba de
imponerse a los ritos paganos ancestrales y todo el reino abunda en prácticas
mágicas y cultos con pervivencia indígena, celta y romana. Proliferan las
brujas y los alquimistas, venidos o no
del extranjero, a los que se les considera instigadores de sectas. En vista de
todo esto, Ramiro realiza un gran esfuerzo por erradicar los dos “males” del
reino: el bandolerismo y la magia. Para ello no duda en llenar los calabozos
con este tipo de gentes, incluso llegar a reprimir mediante hogueras algunas zonas descontentas con el abuso del poder, en donde arden las brujas.
El rey Ramiro I |
El rey, instalado cómodamente en
el conjunto áulico que levantara su predecesor, Alfonso II el Casto, prefiere
alejarse del casco urbano y ordena que se erija un palacio real sobre el
promontorio del monte Naranco (842). Al año siguiente de iniciarse las obras de
este palacio, comienza la tarea de renovación de una morada ya vetusta, sita en la
antigua “villa romana” de Linio (Lillo), con la intención de dedicar dicho
templo a Santa María. En relación a la guerra con el emirato cordobés, hay
algunos estudiosos que mencionan una expedición musulmana en ese mismo año,
aunque otros no mencionan ninguna hasta varios años después. El emir se hallaba
ocupado en sofocar nuevas revueltas en su reino, pues la poderosa familia de
Banu Qasi, dueña y señora de la zona del Ebro, menudeaba en sus conjuraciones
contra las directrices de Corduba; según la conveniencia, a los Banu Qasi se
les unía la familia de los Arista de Pompaelo, y entre los dos linajes causaban
graves contratiempos a Abd al-Rahman II, por cuyo motivo el emir tenía
descuidado el asunto astur.
Barco vikingo |
Un dato curioso: el reino
asturiano no se vio librado de ataques del exterior, pero no llegaron, como era
de prever, por tierra, sino por mar y por parte de un enemigo entonces no muy
habitual en las costas hispanas, los normandos, también conocidos como
vikingos. Fue en 844 cuando llegan a Jegione o Gigia, en cuyo desembarco
hubieron de perder sesenta y dos naves. Con el poco botín que pudieron sacar de
la rapiña, se hicieron a la mar con dirección occidente, llegando a las
costas gallegas; desembarcaron en Farum Brecantium (la ría de Betanzos) con el
mismo resultado que en Gigia. Descorazonados por su poca suerte, continúan el
viaje rodeando las costas hasta alcanzar en agosto el puerto lisboeta, y desde
allí se acercan al territorio musulmán, mucho más rico. Así que el emir se ve
impelido a hacer frente a la escuadra normanda mientras al mismo tiempo guerrea
con los Banu Qasi en la otra punta del reino. Los vikingos se dividen en dos:
ochenta barcos remontan el río Betis o al-Wadil-Kabir (Guadalquivir), que en
árabe significa “río grande”, hasta llegar a Hispalis (Sevilla), en tanto el
resto pone dirección a Gadir o Gades (Cádiz).
Por aquel tiempo es cuando algunas versiones sitúan la legendaria batalla de Clavijo; otras, en cambio, la
retrasan a la época del rey Ordoño . Según dicha leyenda, Ramiro consigue
vencer al ejército del emirato gracias a la intervención del apóstol Santiago,
que habría aparecido entre las mesnadas cristianas montado en un caballo blanco
y arremetiendo con su espada contra el infiel. Continúa la leyenda afirmando
que fue gracias a aquella victoria que el rey asturiano anuló el “tributo de
las cien doncellas” que, según esta versión, habría pactado Mauregato. Como
agradecimiento a la intervención milagrosa del apóstol, Ramiro establece el
Voto de Santiago, el cual consistía en un tributo anual y perpetuo de las
primicias de la cosecha y de la vendimia.
San Miguel de Lillo |
Ciñéndonos al dato histórico,
Ramiro intensifica el repoblamiento de Legio con un asentamiento de cierta
envergadura en 845, al amparo de las antiguas murallas romanas; mas no pudo
acabar de afirmar tal colonización, porque al año siguiente Abd al-Rahman II
envía un cuerpo expedicionario a la ciudad, cuyos habitantes huyen hacia el
norte; quedaba Legio a merced de los soldados, que incendian las murallas,
aunque sin llegar a destruirlas. Dos años más tarde (848) el emir enviará otra
expedición más, pero esta vez contra Álava. Si por algo hay que destacar,
empero, ese año no es por ninguna acción militar, sino desde la esfera
artística. Es casi seguro que fue el año en que se consagrara el renovado
edificio de la villa de Linio (Lillo). A punto de hacerlo, Ramiro muda la
intención primera de consagrarlo a Santa María y en el cambio de opinión se
queda con San Miguel [del original de este edificio apenas ha llegado hasta
nosotros una tercera parte, dado que casi todo él se ha ido reformando en
tiempos posteriores]. El 23 de junio de ese 848, según reza una inscripción del
ara, se consagra también el palacio del
bosque sagrado en el Naranco, cuya advocación, finalmente, fue para la Santa
María que previamente sería la de Linio; allí en Santa María del Naranco, se
supone que vivió Ramiro I el resto de sus días, que no habrían de ser ya
muchos, junto a su esposa Paterna y su hijo Ordoño.
El Palacio Real de Santa María del Naranco |
No creemos que en el año de su
muerte, 850, a Ramiro le hayan podido llegar noticias de un árabe de nombre
Yahya ibn al-Hakam, apodado Algacel, autor de la primera crónica de las
peregrinaciones a Sant Yago del Campus Stelae (Santiago de Compostela), lo que
viene a mostrar dos aspectos del reino astur: por un lado, el éxito que tuvo el
Campus Stelae desde el principio; por otro lado, la analfabetización general
del campesinado, de la aristocracia y de la realeza en los reinos cristianos,
cuyos únicos baluartes se encontraban en los monasterios, si bien en éstos
apenas se llevaba a cabo otra labor que la copista. En fin, en 850 moría Ramiro
y subía al trono su hijo Ordoño, el primer rey de su nombre, y casado con Munia
(homónima de la esposa de Fruela I). Acaba de llegar al solio cuando ya tiene
que mediar entre los vascones, pues entre ellos hay quienes se le enfrentan.
Para verse desembarazado de otros problemas de menor peligro encarga a Rodrigo,
conde de Castilla, la defensa y el repoblamiento de sus posesiones, según
consta en un documento de 850, en donde aparece la primera mención a "Castilla".
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